sábado, julio 11

SRI LANKA


SRI LANKA, LA LAGRIMA CAIDA DE INDIA
SUS GENTES SON UNA SONRISA PEGADA A UN ROSTRO...























































Nuestro impresionante hotel en Nubara Eliya

Detalle de nuestra suite



El hotel donde nos alojamos en la playa quedó completamente destruido




Un tren como este, quizás el mismo, fué engullido por la ola. Mil fallecidos.





La imagen de este paraiso




SRI LANKA, ANTES CEYLAN, COMO UNA LAGRIMA DESPRENDIDA DE LA INDIA...



7 Agosto, 2003. Jueves

Desde "la perla de oriente" o "la lágrima de la India", escribo mis primeras líneas en Sri Lanka. Casi fué una sorpresa para todos, mis cuñados, mi esposa y hasta yo mismo, elegir este lugar para pasar las vacaciones. Por una parte estaba el deseo de Ana y Victor de volver a Bangkok, donde estuvimos el pasado año. La idea no me entusiasmaba, pues el viaje estaba muy reciente y aunque realmente me gustó podían más las ganas de conocer otros lugares. Tratamos hasta última hora de compaginarlo con otros sitios, incluso con India y Nepal pero había problemas con las fechas. Factible era la extensiòn a Bangkok con Puket, pero el viaje cojeaba bastante. Propuse ir a Yemen, Uzbekistan (ruta de Samarkanda) e incluso Irán, pero me tildaron de chiflado, ido e irresponsable por elegir estos países tan "calientes" en el globo dada la situaciòn actual mundial. Y como a pesar de todo yo quería visitar algún país exótico y desconocido elegí Sri Lanka. Por cierto, no sabían que en este país la situaciòn tampoco es muy tranquila que digamos, llevan años en guerra civil luchando contra los rebeldes tamiles, han habido miles de muertos y sólo ahora hay una pequeña tregua.
Poco sabemos de este país. Nos ha costado incluso encontrar datos en castellano. Alguna pagoda, unos frescos pintados en unas grutas y la imagen de mujeres recogiendo el té, té de Ceylan, es toda la información que tenemos.
Salìamos ayer a las 8 h. de la mañana rumbo al aeropuerto de Barajas en un Opel Vectra alquilado para el evento, como hacemos cada año por aquello de la comodidad. A las 13 h.55m. despegábamos en un Airbus de la compañía Royal Jordanian con destino a Amán. 4h.15m. de vuelo. Una hora de espera en el aeropuerto jordano y en otro airbus de la misma compañía salíamos rumbo a Colombo. 6h. 30 m. de vuelo. A las 6h.15m. de la mañana aterrizábamos en la capital. Luego 4 horas de autocar para venir a Dambulla, donde nos encontramos. El cansancio y el sueño hacen mella. Una buena siesta, un par de cervezas marca Lion, nos hacen recuperar las fuerzas.
Nos alojamos en el Hotel Culture Club Resort, conjunto de 80 bungalows muy confortables, en la selva y junto a un enorme lago. La temperatura es alta pero no axfisiante, acaso mucha humedad.
Estamos tan cerca de la India que casi puedo oir los lamentos de Benarés, quizás desde lo alto de un árbol pueda ver el Taj Mahal... pero en los próximos días seguro que vamos a descubrir otro maravilloso país, Sri Lanka, antigua Ceylan.
8 Agosto, viernes.
A las 7 h. nos han llamado por teléfono, media hora después un suculento desayuno y a las 8 al autocar. Entre paisajes maravillosos, carreteras donde no se puede circular a más de 40 km. hemos llegado hasta Mihintale. Aquí se instaló Mahinda, discípulo de Buda, para difundir su palabra. Escaleras y más escaleras para llegar a la dagoba o pagoda. Desde allí unas vistas grandiosas. Kantaka Chaitya adornada con esculturas. Luego un poco de aventura para subir a una roca, descalzos por ser lugar santo, donde cuentan que un rey se iluminó y desde entonces impuso el budismo en el país. No me cuesta creer que allí se pueda alcanzar la iluminaciòn, vale con contemplar el paisaje. Selva por todas partes, una pagoda, que conserva un cabello de Buda, otra pagoda por allí, otra por allá... Nieves llegando a la primera pagoda y justo en la última escalera casi besa el suelo, más por andar justita de fuerzas que por la emociòn del lugar o por tropiezo inesperado.
Continuamos la excursiòn para conocer Anuradhapura, ciudad santa del budismo cingalés. Habitado en el s.V a.c. fué descubierta en 1820 por los ingleses cubierta por la selva. Para acceder al lugar había numerosos soldados armados, incluso nos han cacheado y es que no hace muchos años un comando guerrillero asesinó a 200 fieles en este sitio. Aquí se encuentran numerosos yacimientos arqueológicos, además crece el Sri Maha Bodhi Tree, el árbol más viejo del mundo (eso dicen ellos), 2230 años, plantado de un esqueje del árbol bajo el que Buda recibiò la iluminaciòn. Está cercado por unas verjas de oro, regalo de una familia japonesa. Dá impresión, desde luego, pensar que estás ante el árbol-hijo del auténtico bajo el cual un personaje tan trascendente en la historia como es Siddharta Gautama, Buda, alcanzó la iluminación. Quizás no sea así, pero esto es la fe, creer o no creer.
En verdad que doy gracias "al de arriba" llámese Dios, Buda, Alá -que para mí vienen a ser lo mismo- por permitirnos conocer sitios como éste.
-Dagoba Thuparama, grandiosa, junto con las pirámides egipcias la obra más grande construída en la antigüedad. Alberga la clavícula de Buda. Su perímetro está adornado con cabezas de elefantes.
-Aukana, impresionante. Uno de los Budas tallados en la roca más grandes que existen, 15m, s.IV. simboliza la perfecciòn de Buda.
Durante los trayectos, cuyos paisajes embelesan, hemos visto a lo lejos, junto a un lago, una manada de elefantes salvajes.
Es un país verdaderamente precioso, un paraíso natural. ¿Es esto el Paraíso?.
He comprado un elefante de madera que pesa casi como uno de verdad y tambièn unas tablillas con algunas lecturas del budismo.
9 agosto, sábado.
Nuestra última noche en Dambulla. Mañana partimos a Kandy.
Hay tanto por ver que aun madrugando tenemos que ir corriendo todo el día de aquì para allá, ver a toda marcha un templo, corriendo a otro lado... La red de carreteras no acompaña para ir rápido, por cierto, 20 km. pueden hacerse interminables, pero forma parte del encanto de Sri Lanka. ¿Acaso las autopistas tienen algún encanto especial a parte de la velocidad? Podemos crear una asociaciòn para la protección de carreteras antiguas con encanto, aquellas en las que atravesabas pueblos y podías parar a comprar una auténtica barra de pan para almorzar.
Hemos comenzado yendo a Sigiriya. Una enorme roca de 200 m. de altura en medio de la jungla. En lo alto se encuentran unas ruinas de lo que fué un palacio. Construído por el rey Kassyapa, después de asesinar a su padre, como refugio ante el temor de que su hermano, el auténtico heredero al trono, al regresar al país -pues estaba de campaña- y enterarse de la noticia, tomase venganza.
La ascensiòn es dura, muy dura, tremendamente dura, ¡durisiiiiiiima!. 1.200 escalones y no apta para quienes sufren de vértigo. Sobre la mitad de la roca, en una gruta, se encuentran los frescos, hermosas damas danzando semidesnudas, s.V., en excelente estado de conservaciòn. Nieves no ha intentado el ascenso, ha hecho bien. No voy a negar que yo tenía serias dudas de conseguirlo, fumador. Mis dudas aumentaban cuando a medida que me iba ahogando iba encontrando en el camino a gente que se daba media vuelta, incluso he visto a una muchacha joven tirada en el suelo y llorando. Pero mis ganas podían más que las adversidades y de vez en cuando me iba untando la nariz con mentol, que traía de Tailandia, y que me ayudaba a respirar mejor. En lo alto la recompensa es grande. Las ruínas en sí pues eso, simples ruinas, sólo se ven cimientos, pero las vistas una vez más son impresionantes.
Después del descenso hemos vuelto al autobus y atravesando la jungla por una carretera que por la noche es muy peligrosa ya que cruzan los elefantes salvajes para ir a beber, hemos llegado hasta Polonnaruwa. Aquí, segunda capital del país en antaño, hemos visitado un museo con algunas piezas sorprendentes. Hemos ido luego al Kumara Pokuna, donde en las fauces de un cocodrilo brota agua que cae en un estanque. El Sat Mahal Prasada, como el de Ankor, y otros edificios y ruinas arqueológicas.
De haber tenido más tiempo habríamos hecho un safari por la jungla en 4x4. Una antitodo del grupo, muy extenso por cierto formado por 34 personas, no ha querido reducir el tiempo de estancia en esta ciudad aduciendo que era muy importante y que había que cumplir el programa tal como está establecido. Tampoco hemos podido dar un paseo en elefante porque se encuentran todos en Kandy para la procesiòn. Hemos comido en ruta, a eso de las cuatro de la tarde, un pollo exquisito.
Con cierto cabreo por la frustraciòn del safari, le he dicho al guía que como mañana salimos para Kandy y tenemos la mañana libre si podríamos ir antes a ver los templos-cueva de los que tengo informaciòn y deben ser muy interesantes.
Volviendo para el hotel nos hemos bajado del autobus siete personas, nosotros cuatro y las tres chicas de oro como llamamos cariñosamente a tres mujeres que viajan juntas, una divorciada, una soltera y otra viuda, para ir a conocer la ciudad de Dambulla. Hemos cogido unos tuks-tuks, experiencia que repetimos cada vez en Asia y que recomiendo, y a unos 5 ó 6 km. nos han llevado entre risas hasta la ciudad.
En Dambulla he asistido a un hecho de los que conmueven y de estos que demuestran que gente buena la hay, y que están por encima de la política, la religiòn o la cultura en general. Junto a una tienda de refrescos una señora poco mayor que yo quizás que parecía ser junto a su esposo los dueños, me ha pedido que la sacase en video. Luego, me ha dicho si podía hacerles una fotografía a ellos dos, otra chica y un niño. Nieves y yo tambièn nos hemos inmortalizado junto a ellos. Les he pedido la direcciòn y les he prometido mandarles una copia de las mismas. Como agradecimiento nos han obsequiado con unos refrescos de soda y caramelos. Le daba al niño 100 rupias y su padre no le ha dejado cogerlas hasta que le he dicho que se lo gastase en unos lapiceros. ¡Olé por Siriyalatha y su familia!
11 agosto. Lunes.
O noche del día diez, pero tengo antes de acostarme narrar lo acontecido en este día.
Probablemente ha sido el día más espectacular vivido en Sri Lanka, sin desmerecer lo demás. Primeramente hemos ido a ver los templos-cueva de Dambulla. Impresionante. No incluídos en el programa. Es un paraje, por buscarle un parecido, a San Juan de la Peña pero en budista. Sus cuevas albergan pequeños templos repletos de budas. Es maravilloso.
Puede ser sugestión, seguro, pero ha habido un momento en el que caminando, con mis piernas tapadas con un pareo de color azafrán, he tenido la sensaciòn de no ser yo y de que no hubiese nadie más allí. Sentía que era un monje que caminaba siglos atrás por esos parajes en una extraña interposiciòn espacio-temporal. Lo cuento tal como lo he vivido.
Hemos continuado el viaje rumbo a Kandy. Por el camino hemos visitado un taller donde confeccionan el batik, paños teñidos mediante un proceso con cera, luego un jardín de especias.
Nos alojaremos durante dos días en el Hotel de Kandyan. Al son de danzas y tambores típicos nos han dado la bienvenida maravillosamente, además nos han obsequiado con té.
El hotel se encuentra situado en lo alto de una montaña, a unos 400m. sobre la ciudad. De estilo cingalés. La habitaciòn es enorme y además increíblemente alta. La cama tiene mosquitera. A eso de las 5,30 h. de la tarde hemos llegado al palco que teníamos reservado para presenciar el festival de Kandy.
Miles de personas sentadas en el suelo, algunas desde las nueve de la mañana, soldados firmes cada diez metros observando a la multitud a pié de calle, perros adiestrados, desactivadores de bombas, registros y cacheos constantes, voluntarios de Cruz Roja sirviendo agua y primeros auxilios a quien lo necesitase... El ambiente era festivo pero a la vez en el aire flotaba una cierta tensión, como un miedo a que algo puediera ocurrir...
Nos sentamos en primera fila del palco, de unas diez que había. Un grupo de japoneses llega justo cuanto va a comenzar el festival. Su guía nos dice que las primeras filas han sido reservadas para ellos, que llevan una pegatina con sus nombres. ¿Qué pegatinas? rápidamente las hemos ido arrancando. Su enfado y el de otros va en aumento. Llaman a los guardias. Estos se ríen de los japoneses y parecen cantar "illa, illa, illa, el que se fué a Sevilla perdió su silla". Su guía nos ofrece nueve euros por persona por irnos a las filas de atrás. Nos reímos, ¿vendernos? ¡un español no se vende jamás!. Finalmente se van a los asientos de atrás.
Comienza el festival a eso de las siete y media. Es de noche, cae un chapuzón. La gente saca sus paraguas. A nosotros nos da igual, estamos a cubierto en un palco. Somos extranjeros en una fiesta nacional hecha por ellos y sòlo para ellos. No hemos tenido que esperar más de dos horas, ellos llevan más de diez sentados en el suelo. ¿Está duro, el asfalto es incómodo? Nosotros estamos perfectamente sentados en nuestras sillas. Hemos pagado 48 euros por persona para presenciar el evento, quizás el sueldo de un cingalés. Mis cuñados y nosotros no hemos pagado un duro como lo han hecho otros miembros del grupo que venían con su entrada desde España. Se lo digo al guía, Upali, y dice que no hay problema. Recuerdo que pagamos un suplemento aéreo por coincidir con el festival, ¿estaría incluido?, no lo sé.
SIENTO RABIA, ASCO A MI MISMO AL VER A LA GENTE LOCAL EN EL SUELO Y NOSOTROS EN ESE PALCO DE PRIVILEGIO. Delante mío veo sentada a una familia entera, parecen americanos, chipiándose. No llevan paraguas. En principio me dá igual que se calen, tambièn son turistas. Pero no me dá igual. La familia está formada por siete miembros, cuatro de ellos tienen el síndrome de Down. Le digo a Nieves si podíamos cederles nuestros sitios hasta que parase de llover. Me dice que no. Intercedo al Divino y rezo porque cese pronto la lluvia. Una vez más me hace caso y deja de llover. Comienza el festival religioso más importante de Asia. Es un honor, un privilegio estar aquí y ahora.
Golpes de látigo resuenan en el suelo con el eco de la noche. Caen monedas sobre ellos, tiro algún euro. Es una forma de recaudar fondos para el festival del próximo año. Danzas atronadoras, antorchas humeantes que arden con cáscara de coco y gasoil. Se acercan los primeros elefantes adornados e iluminados con cientos de bombillitas. Resuenan los tambores. La procesiòn sigue su curso. El público parece hipnotizado viendo el espectáculo, no se oye ni una palabra, ni la respiraciòn, acaso las muestras de admiraciòh. Llega el momento cumbre, la razón de ser del festival. Un elefante bellísimo, el más grande y poderoso, aparece como un ente sobrenatural de entre la nada, de entre las tinieblas, portando sobre sí una urna de oro y diamantes nada menos que un diente del mismísimo Sidharta Gautama, el Buda. A sus pies van tendiéndole una alfombra de terciopelo rojo. Este honor lo disfrutará toda su vida. El anterior elefante en tener este privilegio viviò 80 años. Cuando enfermó, paralítico, vinieron veterinarios de todo el mundo para intentar salvarlo, en vano. A su muerte lo disecaron y construyeron en su honor un mausoleo.
Continúa la procesiòn. Siguen desfilando decenas de elefantes, los danzantes agitan sus antorchas en la noche, una noche mágica. Resuenan aquí y a lo lejos los tambores. Un hombre ricamente vestido, muy, muy gordo, aparece escoltado. Es el Rey, el rey simbólico que gobernará durante cuatro años todos los monasterios budistas de Sri Lanka. Ya sabemos porqué está tan gordo. Son almohadas que lleva debajo de sus ropas para dar esa impresiòn, de grandeza y poder.
Finaliza el festival. Vamos a buscar el autobus que nos llevará al hotel. Entre la multitud un crío parece tropezar con alguièn del grupo agarrándose a su bolso. Su intención es robarla. Upali se dá cuenta y le increpa.
11 agosto (otra vez), noche.
Esta mañana hemos visitado el Templo del Diente de Buda. Probablemente el sitio más venerado del país. En él, como su propio nombre indica, se conserva la reliquia que ayer portaba tan solemnemente el elefante en la procesión. Además, hemos visitado el mausoleo donde se encuentra disecado el elefante que cité anteriormente.
Luego hemos ido a Peradeniya, donde hay un orfanato de elefantes, recinto gubernamental donde recogen y cuidan a elefantes abandonados y que luego donan a zoológicos del mundo. Hemos comido junto a un río donde toman su baño. Las vistas de nuevo idílicas.
Cuando toda la gente se marchaba ya para el hotel nosotros cuatro y cinco adheridos nos hemos quedado por nuestra cuenta en la ciudad. No sé la de veces que me han cacheado y registrado mi mochila y bolsa de video.
Mañana partiremos a Nubara Eliya, ciudad situada a 1875m. sobre el nivel del mar.
12 agosto, martes.
Nos encontramos en Nubara Eliya. Estamos tan altos que la niebla queda a unos 800m. por debajo. Salíamos esta mañana de Kandy a Peradeniya para ver el Jardín Botánico, considerado uno de los más grandes del mundo, imposible de ver en un solo día. Como curiosidad hemos visto en una determinada zona del jardín árboles plantados por importantes personalidades mundiales, así y entre otros el árbol plantado por Eduardo VII, la Princesa Diana de Gales, el zar Nicolás II, el mariscal Tito de Yugoslavia, etc. Luego hemos visitado una fábrica de té.
Upali nos ha explicado que antiguamente cuando los ingleses gobernaban el país, Ceylán, el café era el producto que más se cultivaba en la isla hasta que una plaga acabó con las cosechas. Entonces a un inglés se le ocurrió plantar té y vió cómo y tan exitosamente se adaptaba al terreno. Los trabajadores de las plantaciones eran nativos que casi eran tratados como esclavos, sin sueldo, sin derechos y recibiendo únicamente por su trabajo algo de alimento cada fín de semana. Llegó un momento en el que se sublebaron y formaron un sindicato para pedir sus derechos. Fueron todos despedidos. La colonia británica buscó nuevos trabajadores en el sur de la India, los tamiles. Estos se instalaron en el norte del país, distinguiendo hoy en día a los tamiles propiamente dichos nacidos en la India y a los tamiles-zingaleses nacidos ya en Sri Lanka. Durante años se ha sucedido una violenta guerra entre aquellos que piden la independencia y el gobierno de Sri Lanka.
Durante el trayecto hemos comido en un restaurante con unas vistas increíbles. Creo que es el lugar de mis sueños. El paisaje más bello que mis ojos han visto jamás. Entre montañas verdes, verdes, verdes, caía una estrepitosa y grandiosa cascada cuyas aguas se estampaban contra las rocas resonando como truenos formando una niebla casi cegadora. Victor y yo después de comer hemos bajado hasta los mismísimos pies de la cascada.
Comiendo, a modo de curiosidad, diré que el camarero se ha mosqueado y enfadado tanto con nosotros cuatro que incluso ha llamado a nuestro guía porque pensaba que nos estábamos riendo de él y todo por pedirnos dos platos para cada uno, un primero y un segundo, unos spaguettis carbonara y pollo. ¡No le entraba en la cabeza que pudiéramos pedir dos platos! Por cierto, la comida estaba deliciosa.
A medida que íbamos subiendo a Nubara Eliya la niebla era más espesa. La carretera de órdago. Todo el día para cubrir 170 km. Las plantaciones de té, las cascadas, la selva, la imagen humana de las mujeres recogiendo las hojas del té con sus alforjas en la espalda...
Upali nos cuenta que actualmente el 12% de la poblaciòn son tamiles, 5% tambièn zingaleses. Desde 1984 han muerto 60.000 personas.
Nos alojamos en el hotel Grand, antigua residencia del Gobernador. Hemos pedido que nos diesen dos habitaciones contiguas y a cambio nos han dado lo mejor de lo que hemos disfrutado jamás. Una auténtica suite de lujo. Contamos con dos dormitorios, cocina, comedor, dos baños, dos duchas, dos tocadores, hall, chimenea... ¡todo para los cuatro! Algunas personas del grupo han entrado a verlo para sacar fotos.
Llegados a estas alturas del viaje decir que no me arrepiento para nada de haberlo elegido. Sri Lanka es bellísimo, poco explotado todavía por el turismo por los problemas que existen, puro, virgen, con unas gentes que viven literalmente pegados siempre a una sonrisa.
Hemos cenado espléndidamente en el hotel, puro lujo británico. Luego hemos salido a dar un paseo por la ciudad. Me he comprado unos pantalones de deporte y otro de aventura todo por 18 euros. Mañana salimos para la playa.
13 agosto, miércoles.
Las vacaciones están ya cercanas a su fín. Nos encontramos en Kalutara, en la playa. Hotel Palm Beach, mejor que el que estuvimos en Bali con toda la fama que atesoraba. La habitaciòn es enorme. Una piscina grandísima en forma de lago que recorre prácticamente todo el hotel. Desde nuestra habitaciòn resuenan las olas, estamos en primera línea.
Hemos estado todo el día en ruta para recorrer los 270 km. que nos separaban de Nubara Eliya, desde las nueve de la mañana hasta las nueve de la noche que hemos llegado. En el camino hemos parado para ver un par de cascadas. Hemos visitado una tienda de té.
La impresiòn que voy a llevarme de este país es muy grata. El paisaje es de lo más bello que he visto jamás. Los templos-cueva de Dambulla, las dagobas, sus gentes, hoteles de impresiòn, la comida exquisita...
14 agosto, jueves.
Día libre, sin excursiones. Por la mañana playa y piscina. Muy nuboso, llovía un poco, pero aún así vamos como cangrejos. El mar estaba salvaje. Las guías de bolsillo dicen que todos los años mueren decenas de turistas ahogados. Victor y yo nos hemos atrevido a meternos en el mar hasta el tobillo. Al mediodía hemos cogido un taxi nosotros cuatro, Ortensia y Pedro que nos han acompañado para ir cerca de Colombo a comer una mariscada en el mar. El dueño del chiringuito nos ha sacado un libro en el que firmaban personas que habían pasado por allí, había desde directores de bancos de Bangkok a Singapur, japoneses, directivos de Xerox... Yo he escrito la siguiente dedicatoria:
"Cuatro mañicos amparados por la Virgen del Pilar de Zaragoza y dos catalanes bajo el manto de la Monereta un día pararon por aquí (...)"
Hemos pegado unos euros en el album para su colecciòn. Hemos comido de órdago por unos once euros por persona. Langostinos, pescado asado... langosta sólo había una y pequeña pues el estado de la mar les había impedido salir a cogerlas.
Ahora nos vamos a cenar y luego a una fiesta que nos han preparado en el hotel.
15 agosto, viernes.
Acabamos de venir a la habitación después de la fiesta. Espectáculo y barra libre por cinco euros. Ha estado muy divertida. Los españoles somos la leche. ¿Cómo han podido ofrecernos barra libre? Hemos acabado con las existencias de piña colada, al final los camareros se han negado a servirnos más. Nos hemos juntado doce en una mesa y cada ronda eran doce piñas coladas así que calculad... Còmo iría yo que hasta me he atrevido a montar un trenecito para bailar.
Aquí finalizan nuestras vacaciones. Hemos estado todo el día en el autobus para venir de Kalutara a Colombo. Hemos comido en un restaurante chino en la capital. Hemos hecho una visita turística de Colombo, el hotel Hilton, el Word Trade Center Colombo, el Parlamento...
Nos alojamos a 3 km. del aeropuerto, en el hotel Taj Airport. Hemos cenado marisco en un restaurante del hotel. A las tres de la mañana nos levantamos, desayuno y al aeropuerto. A las siete y media salimos para Amán. Sobre las ocho y media de la tarde llegaremos a Madrid y ya coche y a Zaragoza.
Sri Lanka, ¡qué bello! Enamorado me voy de sus gentes, de sus paisajes, de su olor... Prometo tenerte siempre en mi memoria.
"Una lágrima desprendida de la India. Un país cuyas gentes tenían siempre una sonrisa pegada en la cara... Gracias, Sri Lanka, y suerte para el futuro"
 
 
 



De una rama del árbol en el que Buda alcanzó la iluminaciòn naciò èste




Festival de Kandy











ESTE ES UN HOMENAJE A LAS GENTES DE SRI LANKA.
En estas fotos pueden verse el hotel Palm Beach de Kalutara, un poblado de humildes pescadores junto al restaurante que fuímos a comer y firmamos la dedicatoria en el album, y una mujer local que nos ofreció algunos productos en la playa. Todo esto es ya historia. En el hotel murieron cientos de turistas y quedó completamente destruído. El poblado fué asolado y quién sabe qué fué de la señora de la imagen.
El 26 de diciembre de 2004 es un día que difícilmente el mundo podrá olvidar. Un sunami asoló Indonesia, Malasia, Tailandia, India, Maldivas, Bangladesh, Myanmar, Sri Lanka... Un terremoto de 8,9 grados en la escala Ritcher producido a unos 180 km. de Sumatra y a 10 km. de profundidad provocó inmediatamente una sucesiòn de tsunamis que a una velocidad superior a los 500 km. hora alcanzó rápidamente las costas de los países mencionados. Las olas llegaron a alcanzar los 20 m. de altura. La cifra final de muertos se cifró en 300.000 personas, de ellos 50.000 en Sri Lanka, siendo la zona más perjudicada la que nosotros nos alojamos en Kalutara. El eje de la Tierra se ha desplazado cinco centímetros. Las olas llegaron tambièn a costas africanas de Somalia.
Que Buda, Cristo, Alá o quien sea se apiade de ellos y los habite en su seno.

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